Uno muchas veces se pregunta, y a esto ya nos hemos referido en otra nota, por qué seguir criando con tanta insistencia gallinas de razas tradicionales -New Hampshire, Plymouth Rock, Orpington,etc- si desde hace ya mucho tiempo sus índices de postura han sido ampliamente superados por ponedoras híbridas (ej. Hi-line) o sus niveles de carne son obtenidos por híbridos parrilleros (el clásico doble pechuga) en sólo 45 días. Hemos comentado que estos ejemplares hiperproductivos han sido obtenidos mediante una muy cuidadosa selección de los mejores linajes de cada raza que se utilizó para hacer la cruza. Décadas de estudios, laboratorios, pruebas, para conseguir estos híbridos que hoy dominan el mercado. Sin dudar de la veracidad de que las cruzas brindan rusticidad y mayor producción, podemos afirmar también que el origen de estas aves, el punto de partida, han sido ejemplares de raza pura. Y he aquí el motivo por el cual debemos conservarlas, no solo por su valor histórico sino porque hoy son un invalorable banco de genes útiles para constituír futuras razas o híbridos. Pero mantener por estos tiempos planteles de raza pura, los que somos criadores sabemos que no resulta económicamente rentable. Criar, alimentar y cuidar una gallina Orpington durante todo un año, para que llegada la temporada ponga sólo 15 huevos francamente no le cierra a nadie. Pero somos conscientes de que las razas antes no eran así ni tampoco hoy debería suceder esto. En sus orígenes, la New Hampshire era una gallina que ponía mas de 200 huevos por año y no conformaba a los primeros criadores; hoy toparse con una que ponga la mitad es casi un milagro. La Sussex, según documentos que hoy llegan a nuestras manos, ponía mas aún. Y hablamos de las razas que mejor estado poseen en la actualidad en nuestro país. De la Rhode Island Red ni hablemos. Hay cientos de razas antiguas -la mayoría de ellas no muy estandarizadas- que eran consideradas, ya en aquel entonces, improductivas por su escasa postura. La Polverana (piel blanca, tarsos verdes, patillas y barba) ponía 190 huevos y era poco. La Valdarno es una raza indígena de gallinas de Toscana; son negras, de piel blanca y cresta simple. Se consideraba ornamental ya que ponía sólo 200 huevos blancos por año (!). La lista podría ser larga y hay razas muy antiguas, casi extintas, en la misma situación. Qué es lo que ha sucedido con ellas? Es la industrialización la que arrasó con todo? El año pasado, en una exposición adquirimos para nuestro plantel dos pollas barradas; una sólo puso 9 huevos en toda la primavera. La otra ya tiene 2 años y nunca puso nada. Lo curioso es que ambas pollas en las expos han recibido premio por sus condiciones. Ya que el jurado no puede adivinar si una polla va a poner o no, fertilizar o no, creo que la mayor de las responsabilidades recae sobre nosotros, los criadores. No solo debemos ocuparnos de la forma, del color de un ave, o de lograr un premio; sino de que sea un animal productivo. Ya sean razas de postura, de carne o doble propósito, deben ser productivas por sobre todas las cosas. Hay que entender que una gallina de forma perfecta y color impecable, que no pone el mínimo requerido, no sirve. Un gallo por más que sea un gran campeón, si no pisa las pollas de nuestro plantel, tampoco. Seamos conscientes a la hora de formar los planteles y demos prioridad a la producción; pero sin dejar de lado el estándar, por supuesto. Luchemos por la subsistencia de las razas y sus variedades y hagamos a un lado las avivadas argentinas, que a largo plazo sabemos cómo nos dejan...
En nuestra cabaña, a la hora de seleccionar los ejemplares que constituirán un plantel, en primer término nos aseguramos que hagan un buen trabajo. Si bien al reproductor se lo cría como tal desde el momento mismo en que nace, se procede a elegir los más precoces y vigorosos. La hembra debe tener un abdomen profundo, suave y blando; prefiriendo las que posean una cloaca de buen tamaño, blanco-rosada y húmeda. La cresta debe tener buen tamaño y coloración; y el plumaje -índice de salud de un ave- debe estar en buen estado, brillante. Manchas blancas en el ala de una polla leonada, por ejemplo, nos indica que sufre o sufrió alguna enfermedad o mala alimentación. Analizando qué pluma es hasta se puede saber en qué momento ha padecido el trastorno. En el caso del gallo, nunca debe estar excedido de peso, ya que además de estropear a la gallina no se podrá aparear correctamente. Siempre debemos analizar las aptitudes reproductivas y las cualidades que heredarán sus hijos, para ello un seguimiento año tras año se vuelve indispensable. Sin resignarnos a cumplir con el estándar, hemos logrado aumenter en nuestros diversos planteles tanto los índices de postura como la producción de carne. En Plymouth Rock Blanco logramos equilibrar ambas aptitudes, ya que normalmente se la considera mas un animal para carne que para postura. Lo que hemos hecho fue elegir un gallo algo mas largo y no tan ancho; con un buen desarrollo de cola y cresta algo mas grande que lo habitual. En la Plymouth Barrada, en cambio, poseíamos un excelente nivel de postura pero el color y la forma no nos conformaban; así que optamos por adquirir una polla de buen tipo, buena barra con bordes bien definidos, para uno de nuestros gallos que sin duda heredará a sus hijas la cualidad de buena ponedora. En el caso de la New Hampshire, como poseía muy buen tipo y color, y excelente fertilidad decidimos realizar una ligera consanguinidad para fijar dichos caracteres aún más en su descendencia, antes de introducir nueva sangre entre los reproductores.
|
Polla Plymouth Rock Barrada |
Por lo hasta aquí expuesto, ha quedado demostrado que perfectamente se pueden amalgamar la forma y el color de un ave, con su productividad. Una armoniosa fusión de esas características pueden lograr el animal superior que todo criador anhela tener en su gallinero, y que logre transmitir esos buenos genes al 100% de su descendencia, sin excepción. En nuestro criadero trabajamos sin cesar en estos aspectos, y la selección de las aves para la reproducción es cada vez más rigurosa; hasta tal punto que hemos pospuesto razas por no obtener los resultados esperados en la primera filial, para luego retomarlas luego con mejores linajes. Y este es el pilar de una cabaña avícola, el contínuo mejoramiento genético en todo sentido para ofrecer reproductores de la más alta calidad.
La imagen mostrada fue tomada en nuestro criadero en Tres Arroyos, Buenos Aires, Argentina.